Díles que te quise
y que te quiero,
aunque lejos de ti
yo siempre estuve,
los kilómetros
para el corazón
no cuentan,
a veces en sueños
paseo por los lugares
en donde pasé mi infancia,
los veo como son en mi recuerdo,
no como son ahora.
No quiero, que el viento
derribe la atalaya
de inocencia, que yo era.
Rechazo la máscara
que el día a día me ofrece
para salir a escena.
Y quiero ser yo,
libre de ataduras
y cadenas.
Me refugio de las lenguas maliciosas,
pero sé, que no puedo separar
las espinas, de las rosas.
7 comentarios:
Que hermoso, me encantó sobre todo el final tan cierto. Abrazos Martha
Dado que no podemos separar lo uno de lo otro, tiremos para adelante mirando al frente y con la cabeza alta.
Un abrazo.
Gracias Matha, gracias Emilio, por pasaros por esta vuestra casa.
Abrazos.
Por supuesto que tienes que ser tú, Isabel, y liberarte de esas ataduras y cadenas y si desde aquí podemos ayudarte aquí estamos.
Un abrazo
Magnífico tú poema "Díselo". La inocencia no se pierde nunca y el ser libre tampoco. Las espinas de las rosas, no se pueden separar,
aunque éstas últimas sean tan bellas. Yo tenía un amigo que decía: "Es difícil coger una rosa sin clavarse alguna espina". Un abrazo.
Chelo, Gracias por tu ofrecimiento.
Un abrazo
Olegario, tu amigo tenia razón, el placer de comtemplar y oler una rosa, hace que queramos poseerla y nos arriesgemos a clavarnos alguna espina.
Amigo gracias por tu visita.
Un abrazo.
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